21 May
Ejercicio de comprensión lectora

Lee el siguiente cuento, y contesta las siguientes preguntas, es válido realizar una re-lectura para comprender con facilidad. 

                                            CAPERUCITA ROJA 

Nadie sabe su nombre, solo sabemos que era una niña que vivía cerca de un bosque un poco frío. Esto lo intuimos porque siempre se cubría con una caperuza, que es una especie de capa con gorro. Suponemos que esta niña era linda o así nos gusta imaginarla.

Esta niña, además de bonita, era una hija responsable y de buenos sentimientos. Vivía con su madre y, de tanto en tanto, su abuela las visitaba. Un día, su abuela enfermó. Quizá le dio una de esas gripas que hacen que no podamos salir de la cama. La madre de Caperucita Roja, preocupada por la abuela, le preparó una ricas galletas de jengibre. También pudo haberle preparado un caldito de pollo con verdura. Eso no lo sabemos. Pero como la madre tenía mucho trabajo que hacer, le pidió a Caperucita que llevara la canasta con comida a su abuela.

“Vete por el pueblo, aunque sea más largo el camino, y llévale este refrigerio a tu abuela”, dijo la madre a Caperucita, confiando en ella. A punto de tomar la senda indicada, se le hizo fácil optar por la vía corta: el bosque. Así fue que se adentró entre pinos y oyameles muy contenta por su decisión y con su cesta en la mano. A mitad del camino, salió a su encuentro un lobo, que le preguntó con demasiada amabilidad: “¿Adónde vas, querida?”

Confiando en el desconocido, la niña le contó con todo detalle adónde y con quién iba.

A ese lobo, que estaba muy hambriento, se le ocurrió que sería fácil comerse a una abuela desvalida; luego a la niña, de postre; y, para llenar ese último huequito, las viandas de las canasta. El lobo se despidió con la misma cordialidad y se apresuró a llegar a casa de la abuela. Entró a la casa, encontró a la abuela y de un bocado...

¿Qué prefieres: el final feliz que escribieron los hermanos Grimm o la versión de Charles Perrault en la que el lobo satisface su hambre?

Ahora responde lo siguiente:

  1. ¿Qué decisión crees que debió haber tomado Caperucita? ¿Por qué?
  2. Imagina que el lobo no es simplemente un lobo, que representa algo más, ¿qué podría ser?
  3. ¿Por qué la madre le aconsejó a Caperucita que tomara el camino largo?
  4. Si tú fueras el que te encuentras con un lobo que simplemente quiere platicar contigo, ¿qué harías?
  5. ¿Qué lobos podemos encontrarnos en nuestro mundo actual?



El pastor embustero

Todos los días, un joven pastor llevaba a pastar sus ovejas al monte. Una tarde, se le ocurrió gastar una broma a sus habitantes. Al volver al pueblo con sus animales, empezó a gritar “¡El lobo, el lobo!”, y los buenos pueblerinos salieron a ayudarlo. Pero no había lobo, sino tan solo un chico que no paraba de reír.

Le pareció tan simpática la broma que pensó en repetirla al día siguiente. Nuevamente, al grito del muchacho, los vecinos fueron a auxiliarlo, pero una vez más encontraron al jovencito desternillándose por la broma.

Una tarde, los aldeanos volvieron a escuchar los gritos del niño. Acostumbrados a la broma, decidieron ignorarlo. ¿Cómo iban a saber que en esa ocasión sí era verdad la presencia del lobo?

El pobre y mentiroso pastor se quedó sin sus ovejas, pues nadie acudió a ayudarlo. Pero eso sí, al lobo le dio tiempo de saborearlas a sus anchas.

Ahora responde lo siguiente: 

  1. ¿Cuál es la diversión del pastor?
  2. Además de llamarle “pastor”, ¿con qué otros nombre reconoces cuando se habla de él?
  3. ¿Cómo responden los habitantes del pueblo al oír sus gritos?
  4. ¿Por qué hacía esta broma el joven pastor?
  5. ¿Por qué un día los habitantes del pueblo ya no le hicieron caso?
  6. ¿Qué ocurrió con las ovejas?
  7. En tu opinión, ¿cómo podría el pastor volver a ganarse la confianza del pueblo?
  8. ¿Tú le creerías a alguien muy mentiroso?














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